Pacientes

Nuestra experiencia no ha podido ser mejor y digo nuestra porque no solo ha ayudado a mi hija de 16 años si no también a nosotros como familia en nuestra relación con ella y la manera de ver las cosas. Su dulzura, amabilidad, cariño y bondad nos han hecho recuperar la confianza en ella y a entenderla y a quererla mas si cabe y a ella la ha abierto a la vida, a la confianza en si misma, a valorarse, a quererse a sentir que puede. Un cambio radical que la aporta felicidad y alegría y a nosotros tranquilidad. Estaremos siempre agradecidos. Mil gracias Julia Silveira Borondo. Un abrazo infinito.

Mi experiencia con Julia ha sido muy positiva. Nunca había abordado mis problemas desde el lado del psicoanálisis y siento que he notado mucha mejoría por la conciencia que tengo ahora sobre lo que me pasa. Me he dado cuenta de que esas "herramientas" o "soluciones rápidas" que a veces pedimos en terapia, en realidad, las tenemos nosotros mismos. Con ella, sobre todo, he aprendido a decirme a mí misma que "no pasa nada", que yo tengo el control y poco a poco he aprendido a afrontar situaciones que antes me resultaban realmente incómodas. Recomiendo mucho su trabajo y ya sé a quién acudir cuando lo vuelva a necesitar.

Gracias a ti por todo, me he sentido con más confianza imposible y siempre me has ayudado al máximo, me he sentido en el lugar más seguro que tengo y te doy las gracias eternamente porque has marcado en mi vida algo muy importante y has sido muy importante para mi, muchas gracias por tu dedicación y por tu trabajo❤ Recomiendo mucho su trabajo y ya sé a quién acudir cuando lo vuelva a necesitar.

En el Instituto Clínico Borondo Silveira me han acompañado a través de sesiones semanales de psicoanálisis los últimos años. En este proceso he conseguido conocer, descomponer y en muchos casos reposicionar aspectos de mi, que me han dado la serenidad y el bienestar de los que ahora disfruto. Acudo a las sesiones sin conocer la ruta del viaje y las sesiones te llevan donde hay que ir, en este recorrido lleno de descubrimientos, algunos más y otros menos confortables, se experimenta siempre un alivio extraordinario. Reconozco mi admiración y transmito mi agradecimiento a mi psicoanalista, y confieso que algo triste me nace cuando mis conocidos buscan ayuda en otros tipos de terapia no psicoanalítica. Recomiendo mucho su trabajo y ya sé a quién acudir cuando lo vuelva a necesitar.